Anaterapia Natural

Productos artesanos hechos con amor

Desde pequeña, he sentido una especial conexión con la naturaleza. De hecho, solo me siento bien cuando estoy rodeada de ella y de los animales que la habitan. De vez en cuando, suelo dedicarme a las plantas. Las siembro, espero con paciencia verlas crecer y en muchas ocasiones salen preciosas especies, mientras que en otras, por error y falta de conciencia, he conseguido ahogarlas o han acabado muriendo sin saber porqué. ¡Es todo un trabajo! Debes estar muy alerta y pendiente de cada una de ellas.

Cada especie de planta necesita unas condiciones especiales y aunque aún me encuentro en el camino de aprender con ellas, voy pillándole el truquillo cuando hay lluvias torrenciales, días de frío y veranos ardientes…

Una de las comunicaciones más bonitas que tuve con los árboles y las plantas sucedió en mi jardín. Al llegar a aquella casa, con tantos años de historia, vi varios árboles que se encontraban en el exterior de ella. La forma que tuve de comunicarme con ellos fue, no solo mirarles, entender sus formas, si no abrazarles profundamente durante un rato. Presentarme ante ellos.

De ahí recibí muchísima información sobre cada uno de ellos, cómo se sentían, desde dónde me observaban y cómo se encontraban a lo largo de sus años de estar en ese espacio. Fue mi primer contacto con el reino vegetal. (Un alucine).

Ya que disponía de ese pequeño lugar, decidí hacer un bien a mi entorno, preparé comederos para pájaros, compré algún que otro nido y planté todas las plantas que no fueran solo de uso casero para mí, si no que fueran las favoritas de las abejas. (Años después anidaron en varias ocasiones en un falso techo de la fachada, cosa que no les gustó a los vecinos y se tuvo que tapiar)

Entre ellas, compré una lavanda de una floristería del barrio, algo pequeñita, tímida y con la esperanza de quizás replantarla en otro lugar más adelante. Pero la lavanda enraizó fuertemente en esa zona, se fortaleció rápido, empezó a crecer hasta alcanzar mi altura y todos los insectos habidos y por haber se hicieron parte de la monstruosa lavanda, muy gustosamente las abejas en especial. Así que me dije, “ésta ha enraizado felizmente aquí, ya no la moveré de este suelo”.

Pues bien, en un cambio de temporada, es típico que me dé por reciclar ropas, tirar cosas y hacer limpiezas profundas de espacios, armarios y cajones (soy un poco maniática). Ahí descubrí que para no comprar más productos químicos, podría crear mis propios productos artesanales de limpieza y aromas. Me dirigí al jardín, me comuniqué con la lavanda y solicité permiso para tomar varias de sus ramas y flores para prepararme unos saquitos de lavanda con su aceite esencial y perfumar toda mi ropa.

La charla fue interesante con ella y diferente. Desde ese espacio llegamos al acuerdo de que sólo cuando ella me diera una confirmación, podría tomar parte de su cuerpo para mis usos particulares. Así que así lo hice. Meses después tuve un excedente de bolsitas y familiares, amigos y conocidos, me pidieron esas bolsitas de lavanda porque les gustaban mucho, así que hice varios packs de regalo para ellos en épocas navideñas. Con el tiempo y los años, se convirtió en una especie de demanda, y al final decidí, vender algunas de ellas al público, respetando siempre el ciclo que la planta me dirigiera y reutilizando las semillas que caían de sus cónicas flores de nuevo para seguir replantando nuevas lavanditas a su alrededor.

Esta es una relación simbiótica interesante. De hecho, el pequeño dinero ganado con las bolsitas, suelo emplearlo en el cuidado de mis plantas de nuevo. Para sanearlas o comprar el abono y el sustrato que necesiten. Muchas veces requiero de estos ingresos, porque para mantener un jardín bonito y sano, se requiere tiempo, esfuerzo y dinero.

Y más cuando es habitual que acabe con muchas plantas abandonadas de los contenedores, que intento recuperar dándoles mimo y teniéndolas en cuarentena. A veces conseguimos un maravilloso éxito, otras lamentablemente, no. Pero esto nos ha hecho aprender también a respetar los ciclos de cada uno de esos maravillosos seres llamados plantas.

Esta es mi historia de las bolsitas de lavanda que tienes en la web. ¿ Y tú, te has comprado ya alguna?

Con todo mi amor, a todas las plantas que nos dan la vida y merecen nuestro agradecimiento infinito.

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